Donald Trump influye en la industria de los autos

autos dic. 02, 2016

Con la virtual llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos (su investidura oficial se realizará el 20 de enero de 2017), la industria automovilística mundial se encuentra a la expectativa para recibir -y a la postre reaccionar- en torno a las decisiones que en este rubro de la economía productiva ejecute el Gobierno del próximo mandatario, el número 45 en la historia de esa nación.

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Al compás de su eslogan de campaña electoral “Make America great again” (hacer o hagamos América grande otra vez) se deduce que procurará mantener una política asociada al fomento de los productos y bienes estadounidenses frente a los extranjeros, lo que podría suponer un gran giro de los negocios a escala planetaria.

Aunque todavía no es posible conocer cuál será la evolución del intercambio de divisas, la reacción de los mercados bursátiles y el comportamiento de la economía mundial; con la llegada al poder de Trump sí es muy probable que, según los expertos analistas financieros –aunque no se necesita ser erudito en economía para pensar con sentido común- el consumo global de bienes se ralentice y esa incertidumbre afecte a la demanda de bienes de consumo como son, por ejemplo, los automóviles.

Donald Trump y su política

Analizando el tema, aparecen varias aristas íntimamente vinculadas y estrechamente dependientes unas de otras. Por un lado podría ser que las políticas económicas de Trump le den un impulso fuerte a la industria estadounidense, con el surgir de Detroit como bandera industrial en pos del regreso a los viejos tiempos de gloria, más aún tomando en cuenta que en dicha ciudad del norte de la Unión (situada en el Estado de Michigan) se asientan los tres grandes fabricantes estadounidenses: General Motors, Ford y Chrysler.

Donald Trump
La industria estadounidense se vería favorecida por las políticas proteccionistas de Trump.

Por otra parte, esa misma política proteccionista anunciada repetidas veces por el próximo presidente republicano y evidenciada en toda su narrativa electoral, menoscabará a la industria de su vecino del sur, México. ¿Por qué? Bueno, México es el sexto productor mundial de vehículos motorizados, virtud a que en su territorio hay plantas de grandes marcas europeas y asiáticas como Volkswagen, BMW, Daimler, Nissan, Honda, Toyota…, entre otras.

Además de lo señalado arriba, y tal vez lo más trascendente, es que un importante porcentaje de las exportaciones mexicanas de su producción automotriz está destinado al mercado norteamericano. Es decir, las más que probables restricciones a las importaciones de productos mexicanos hacia EE.UU. supondrá un duro golpe a la industria automovilística regional y a la postre, mundial.

La tercera arista apunta a la propia industria europea que, vale la pena mencionarlo, no ha tenido un año 2016 precisamente con cifras positivas, aunque tampoco sus ventas de autos se han venido a la baja. Otro componente del análisis y que hay que tomar en cuenta es que 2017 será un año electoral y habrá elecciones presidenciales en Alemania, Francia y Holanda, siendo los dos primeros países los fabricantes más grandes del Viejo Continente y sedes de las principales marcas internacionales.

En este contexto, es posible, y probable también, que el ‘Efecto Trump’ se extienda al Viejo Continente –ya el Reino Unido con el Brexit de junio de este año encendió las alarmas del nacionalismo en esa región- y políticos que sigan parecidas líneas de pensamiento se decanten por actitudes proteccionistas a favor de sus propias industrias y en detrimento de las extranjeras, incluidas las latinoamericanas y las estadounidenses.

Donald Trump
Las ensambladoras nacionales están con la incertidumbre de cómo se desarrollarán los mercados internacionales.

Finalmente, en Ecuador la incertidumbre todavía ronda en el sector del automóvil. Si bien 2017 empezará sin las inapropiadas (y desatinadas) restricciones a las importaciones, queda por contemplar –como simples espectadores- cómo se desenvolverán los asuntos en los mercados externos y, lo que es más relevante, observar cómo los procesos productivos de los gigantes corporativos van a influir en nuestro ámbito nacional.

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