Un testamento para despedir como se debe el 2015

Falta poco para que mi existencia sea echada al olvido,
a ese terrible lugar al que nunca nadie quiere ir, ni siquiera por un ratito.
En un momento ya me quito,
de Quito, de todo el Ecuador y todo el mundo,
y sí, lo hago dando un suspiro profundo.

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Para algunos he sido un éxito rotundo, para otros un fracaso total
y son ellos los que toman mi retiro con más alivio.
¿No me crees? Solo óyelos decir:
“Ojalá que ya se vaya, antes que todo esto se vuelva fatal”.
Querido Juan Tuercas, a ti te convoco para anunciarte mi testamento
que a continuación detallo para que nada quede sin fundamento.

A Patio Tuerca, el portal que bonitos carros vende,
les dejo mis mayores deseos de prosperidad,
y no es porque sea tu hogar, mi estimado Juan, es porque
en verdad a mí me gusta y sorprende.
Su calidad es tremenda, en todo sentido:
servicio, información y precio son sus beneficios
para encontrar con seguridad al futuro consentido.

Aquellos que compiten o quieran competir con Patio Tuerca, les dejo mi pena y lamento
de no saber cómo le harán para superar tanto talento.
De hecho lo intentarán, por eso también les dejo un consejo:
el tiempo es valioso y quizá sea mejor buscar otro afán
para que luego no frunzan el entrecejo.

A los seguidores de Patio Tuerca, excelente elección han hecho.
A ellos les dejo la seguridad,
como herencia y regalo pasado de Navidad,
que en el 2016 también venderán y/o encontrarán
ese vehículo que buscan para cubrir su necesidad.
Y si alguna duda tienen, ayuda recibirán con toda amabilidad.
No se preocupen, aquí todo es calidad.

Al Gobierno, ay ay ay mis hijitos, agárrense bien porque ahora sí me desquito.
A ustedes les dejo los reclamos de la gente de este sector del mundo automotor,
a ver si ahora si hacen caso a su clamor.
Los radares de velocidad, ¿en verdad han logrado su objetivo?
Y es que el pueblo protesta y asume, casi con certeza, que no cumplen un papel tan persuasivo.
Ah, y otra pregunta, antes que en mis pensamientos se refunda, el pico y placa, ¿es realmente positivo?

Con estas últimas interrogantes a las autoridades, que esperamos no sean arrogantes y las respondan cuanto antes, mi entrañable Juan Tuercas, me despido para que otro en mi lugar sea bienvenido. Te agradezco por tu compañía, que ha llenado mi estadía de alegría. Ahora, llegó la hora de la partida y culmino así mi testamento y despedida.

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