Se cumple un año sin Jules Bianchi
Las últimas horas del viernes 17 de julio de 2015 fueron de pesar para la comunidad de la Fórmula 1. Tras meses de agonía y lucha, Jules Bianchi fallecía en el Centro Hospitalario de Niza, en Francia.
Las imágenes de aquel lluvioso Gran Premio de Japón del 5 de octubre de 2014 son difíciles de olvidar para los que atestiguaron la confusión que se vivía en el garage. La súbita aparición de la bandera roja terminaba por no explicar lo que ocurría en la Curva Dunlop.
Incluso en épocas de redes sociales, cuando la inmediatez es el común denominador en la transmisión de la información, pocos sabían la delicada situación que se había generado, mientras la FIA tardó varios minutos en romper el silencio. Irónicamente, los mismos canales electrónicos le mostraron al mundo días después la peor tragedia ocurrida en 20 años en la Fórmula 1.
EL CAOS
En la vuelta 44, Adrian Sutil perdió el control de su Sauber y se estrelló contra una barrera de neumáticos, a lo que una grúa ingresó al circuito para removerlo, mientras sólo había una bandera amarilla local. Las condiciones, complicadas por la tormenta torrencial que caía, sumado a la dificultad del circuito, aunque hasta ese momento no había abandonos por incidentes.
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Jules Bianchi, aclamado cuatro meses antes por darle dos puntos de oro para Marussia, perdió el control de su MR03 en la misma zona de Sutil, a alrededor de 200 km/h, terminando debajo del remolque, en una escena capturada por un videoaficionado que estremeció a los testigos.
La confusión se derivó de muchas formas: desde el momento en el que la Dirección de Carrera no reportó el incidente ni la repentina terminación de la carrera, ganada por Lewis Hamilton, ni la clarificación sobre si Bianchi sería transportado por ambulancia o helicóptero, ante el mal estado del tiempo. Los pilotos no sabían qué decir ante el cuestionamiento de la prensa, mientras se desarrollaba uno de los pódiums más sombríos en memoria reciente.
EL ANUNCIO
“Jules luchó hasta el final, como siempre, pero hoy su batalla llegó a su fin”.
Esta fue la frase del comunicado que, nueve meses después, la familia Bianchi emitió mientras anunciaba el deceso de la estrella en ascenso de 25 años de edad, la primera tras un accidente en un fin de semana de Gran Premio desde Ayrton Senna en San Marino, en 1994.
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La causa oficial fue una lesión axonal difusa en su cerebro, lo cual en pocas palabras, fue que las células de dicho órgano quedaron destruidas ante el movimiento de su cabeza a la hora del impacto; tras ser atendido en Mie, en noviembre de ese año fue trasladado a Niza, Francia, donde se esperaba poco menos que un milagro hasta ese 17 de julio. Las escenas de su velatorio, cinco días después, y su homenaje posterior en Hungaroring, fueron devastadores.
Bianchi era la tercera generación de una familia belga-francesa de corredores; tras coronarse en la Formula Renault de su país natal en 2007, su trayectoria fue en ascenso, venciendo en la F3 Euroseries y quedando tercero en la GP2 en 2010 y 2011; además ingresó a la Academia de Pilotos de Ferrari y se convirtió en piloto de pruebas de la escudería del «Cavallino Rampante».
Para 2012, pasó a Force India como piloto de reserva, participando en sesiones de prácticas de nueve Grandes Premios, hasta que al año siguiente dio el gran paso: ser titular en la Fórmula 1, en el que su novena posición en Mónaco con Marussia, hoy Manor, fue su mejor actuación.
BIANCHI Y SU ESPÍRITU PRESENTE
Jules corrió con un destino similar al de su tío abuelo Lucien, fallecido en un test en Le Mans en 1969. Destaca como su legado en las pistas la implementación del “Safety Car Virtual”, el cual obliga a los pilotos a desacelerar en el caso de un accidente, además de la apertura de la Jules Bianchi Society, que impulsa a los jóvenes pilotos a continuar su carrera para llegar a la F1.
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Hoy, un año después, el tema ha vuelto a la conversación, no sólo por la conmemoración del aniversario luctuoso, sino porque continúa la batalla legal por parte de su padre, Phillippe, contra la FIA, Formula One Management y Marussia, luego de que el organismo rector del deporte motor dictaminara que Bianchi no frenó lo suficiente como para mantener el control de su auto.
En entrevista con CNN, ha expresado su deseo que la memoria de su hijo quede limpia.
“He perdido lo más importante de mi vida y no tengo nada más que perder”, aseguró hace pocos días.
Un año después, Niza vuelve a estar en las noticias, pero no por ser el pueblo natal de Jules Bianchi, sino por el atentado que se suscitó el 14 de julio, otra coincidencia infortunada. En lo que respecta al deporte, aunque la vida continúa, la historia de quien estaba en camino a ser un referente importante para Francia y la Fórmula 1, mismo que no ha aparecido en casi dos décadas, es difícil de olvidar y duro de recordar.
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